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La historia de Cesar Manrique y Lanzarote desde el Mirador del Río
El historiador local Mario Ferrer dinamiza la sesión vespertina del primer día de Worldcanic con un repaso a la importancia de las acciones del artista César Manrique en Lanzarote precisamente desde una de ellas: el Mirador del Río.
Con un aperitivo a base de chocolate de Bombonería La Corona (Arrecife) y ginebra de Ave del Paraíso Premium Gin (Yaiza) elaborada a base de entre otros batatas, la sesión vespertina del primer día de Worldcanic ha sido una clase de historia sobre la isla. El continente no podría ser más idóneo: el Mirador del Río, una de las creaciones arquitectónicas de César Manrique más representativas de la isla, una atalaya erigida en los restos de una antigua batería militar desde la que contemplar la octava isla canaria (La Graciosa) y el Parque Natural del Archipiélago Chinijo. “El Mirador del Río muestra como pocos el entusiasmo del artista por integrar arte y naturaleza”.
Hablaba Mario Ferrer, doctor en Ciencias de la Información, licenciado en Periodismo e Historia del Arte y uno de los lanzaroteños que más y mejor conoce su isla. Ferrer ha repasado en una charla amena la historia de Lanzarote hasta llegar al influjo que causó en él la obra de su artista más importante. César Manrique fue un artista conejero que vivió y desarrolló su obra en Madrid y Nueva York pero que dejó su impronta y de qué manera en Lanzarote.
Ferrer lo explicaba: “En los 60 se planifica una modernización de la isla, para encontrar alternativas a la pesca, sector ya deficiente del que vivía la población. Para ello se cuenta con César Manrique, quien no solo planificó acciones para mejorar el turismo sino que cambió la mentalidad y el amor propio del lanzaroteño. Hasta la llegada de Manrique, los locales veían el volcán como una condena. Con el cambió todo. El isleño se da cuenta de que el que viene de fuera ve que el volcán es especial. Y empieza a valorar lo propio”.
Sobre todo, incidía, en una época en la que, hasta su obra, la instalación de la primera potabilizadora de uso público en Europa y el boom del turismo, se había llegado a plantear evacuar la isla, ya que sin agua no podría sobrevivir. “El cambio fue brutal”, y la isla pasó de 15.000 resientes a los 150.000 habitantes actuales.
Manrique es el autor del Mirador del Río, donde se celebraba el acto; del Centro de los Jameos del Agua; del Jardín de Cactus; del Pueblo Marinero… “Manrique cambó la isla apostando por un turismo sostenible, con intervenciones que intentan armonizar paisaje natural y cultural”. Una manera de hacer con mensajes, comentaba el historiador, “muy actuales hoy en día como son los del respeto a la naturaleza y a lo local, con una llamada clara a la sostenibilidad”.
El público de Worldcanic entendía así un poco mejor la isla que acoge el congreso. Y lo hacía ensimismado en oído y en vista, con los ojos puestos sobre La Graciosa desde el ventanal increíble del Mirador del Río. Ya lo había hecho por la mañana desde la no menos espectacular instalación de los Jameos del Agua. Así se asienta mejor la historia. En primera persona. Cosas del congreso experiencial.