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Tres casos de éxito en la mesa de debate de Worldcanic
Tres proyectos cierran la sesión de ponencias de la segunda jornada del congreso demostrando que es posible vivir de un volcán: Wine Shop Lanzarote & Wine Tours, Ecofinca Vegacosta y Bodegas Vega de Yuco.
Rafael Espino Curbelo, de Bodegas Vega de Yuco; Ollie Horton, de Wine Shop Lanzarote & Wine Tours y Toño Morales, de Ecofinca Vegacosta, comandados por la periodista Elena Barrios conforman la mesa redonda de la segunda jornada de Worldcanic. El tema a debatir: Vivir de los volcanes. Tres proyectos que ejemplifican como el paisaje único formado a raíz de una erupción volcánica ofrece nuevas oportunidades de negocio.
En el caso de Toño Morales se trata de una ecofinca que aúna agricultura, gastronomía y turismo. Tres patas que beben de su legado familiar, su formación profesional y su pasión por promover el patrimonio cultural de Lanzarote. Precisamente, en esta línea piensa construir un centro de interpretación de la isla de Lanzarote donde se enseñen las costumbres tradicionales de la agricultura de la isla -desconocidas por las nuevas generaciones-, se deguste el producto local -incluirá restaurante- y se organicen eventos y presentaciones -dispondrá de una sala de conferencias-. En este conglomerado Morales incluirá un punto de venta directo de productos de la tierra.
En cuanto a Ollie Horton, regenta una empresa especializada en exportar vinos y cerveza de la isla a Reino Unido e Irlanda. Además, ofrece visitas experienciales -también en formato virtual- en pequeños grupos para dar a conocer y promover la riqueza de Lanzarote. “En los grupos hay desde personas que no han probado el vino hasta expertos, pero todos quedan impresionados por su paisaje y con ganas de investigar más acerca de su cultura”.
Por su lado, Rafael Espino dirige una de las bodegas más destacadas de la D.O Lanzarote desde 1997, año de su inauguración. Procede, al igual que Toño, de familia vinculada a la tierra y prepara un nuevo proyecto de enoturismo que se desarrollará en la casa histórica Finca Testeina (s.XVI).
Los tres comparten exitosos proyectos, pero coinciden en que el camino no ha sido fácil en una tierra en la que el ladrillo ha ido desplazando a la agricultura, el turismo de masas a la identidad y la falta de normativa a una mejor gestión del patrimonio. Con todo ello, parece que las cosas están cambiando y que, desde hace unos años, la reivindicación de la singularidad cultural de Lanzarote, en todos sus aspectos, va ganando terreno. Aun así, la asignatura pendiente sigue siendo la ausencia de normativa. “Se regularon los hoteles y el número de camas, pero falta la agricultura, el territorio y ganadería”, apunta Toño. Tres aspectos fundamentales en la construcción de la identidad de un pueblo. Una carencia que era confirmada por Ollie, “el reglamento no es claro, falta apoyo para aumentar las iniciativas. Sobre todo, en la oferta alternativa. El mundo ha cambiado, ahora el público huye del turismo de masas, busca experiencias. Y la pandemia lo ha intensificado. En nuestro caso, trabajamos con pequeños grupos y con pequeños productores, aunque es evidente que visitamos las grandes bodegas para que el cliente tenga una idea de la dimensión del sector”. Por su parte, Rafa asentía “todos estamos de acuerdo en hacia dónde vamos, pero no hay normativa. El hombre ha transformado la destrucción en beneficio, pero falta una normativa que nos ayude a proteger y desarrollar nuevos proyectos”. Y añade “nos mata el inmovilismo, sin reglas no podemos avanzar”.
En cuanto al futuro, todos son optimistas. “Tenemos algo único, bello, un paisaje que es más que sol y playas. Yo tengo mucha energía, hay muchas ideas, pero hay que proporcionar ayudas para invertir”, insistía Ollie.
Toño, cuyo proyecto es liderado junto a su hija, cree firmemente en ese futuro. “Tenemos las generaciones mejor formadas de la historia y tenemos claro lo que queremos: gastronomía, sostenibilidad, conocimiento… Hace diez años no había ningún proyecto que aglutinara varios sectores, pero con el nacimiento del sello Saborea España, y posteriormente, Saborea Lanzarote, hemos conseguido tener una dimensión. Todos tenemos claro lo que hay que poner el producto en valor, que hay que enseñar el producto al visitante y que hay que contribuir al paisaje”. Rafa apunta “todos estamos en el mismo camino, tenemos la misma manera de pensar y aunque soy reivindicativo, soy optimista respecto al futuro”.